Un funeral de alto riesgo reveló una historia enterrada: el nexo entre “Guatón Mutema” y un sargento de Carabineros
El despliegue de unidades del GOPE y de Control de Orden Público en el funeral de Carlos Acevedo, alias “Guatón Mutema”, no fue solo una medida de seguridad. Detrás del evento catalogado por el gobierno como de “extremo riesgo”, subyace una historia que Carabineros conocía desde hace más de una década: la presunta colaboración de uno de sus efectivos con el narco asesinado a tiros el pasado domingo en Quilicura.
Según reveló CIPER en 2022, el Departamento de Asuntos Internos de Carabineros investigó en 2014 al sargento segundo conocido como “Paco Raiban”, quien habría entregado información y cobertura a Acevedo para la comisión de delitos, como el robo de cajeros automáticos. La fuente de la denuncia fue un amigo de infancia de Acevedo, quien también conocía al funcionario. El informe estableció que ambos se reunían de forma habitual en la población Pucará, sector de alto nivel delictual en Quilicura.
Pese a que el informe reconocía antecedentes disciplinarios previos del carabinero —por falsificar documentos y declarar hechos falsos— la indagatoria no se cerró con una sanción conocida. “No se logró confirmar fehacientemente la denuncia”, concluyó el documento, aunque se dejó constancia de que se buscaría levantar pruebas. Hasta hoy, no hay registro público de que eso haya ocurrido.
Nexo carabinero-narco: una pista ignorada
El caso no sólo es revelador por la cercanía entre un funcionario del Estado y un narcotraficante de alto perfil. También ilustra el patrón de relaciones opacas entre fuerzas de seguridad y redes delictuales. En 2014, cuando se elaboró el informe, Acevedo ya era una figura relevante dentro del narcomenudeo capitalino. Sin embargo, el seguimiento a sus relaciones con policías no derivó en consecuencias institucionales visibles.
En paralelo, como ha revelado CIPER en múltiples investigaciones, la cooptación de policías por parte del narcotráfico ha sido una constante subterránea, a menudo ignorada por los altos mandos. El caso de “Paco Raiban” nunca fue llevado a la justicia ni se conocieron sumarios con sanciones explícitas. El silencio institucional permite sospechar que, más allá de la recopilación de antecedentes, no hubo voluntad de avanzar en responsabilidades internas.
Una población sitiada, una historia que persiste
En la Villa Pucará, donde operaba “Guatón Mutema”, el miedo sigue siendo parte de la rutina. La misma población donde se reunía con el sargento investigado, fue blindada el día de su funeral. Las escuelas cerraron, los vecinos se encerraron y las calles quedaron a merced de un cortejo fúnebre escoltado por policías que, hace once años, no lograron —o no quisieron— romper el vínculo entre uno de los suyos y el narco que hoy es sepultado.