En un preocupante giro en la política migratoria de Estados Unidos, la administración de Donald Trump ha empezado a utilizar el antisemitismo como justificación para perseguir a extranjeros que se oponen a las políticas israelíes. Esta medida, calificada de represiva y fascista por sus críticos, se centra en catalogar actividades como publicaciones en redes sociales y actos de acoso físico contra judíos como razones para negar beneficios migratorios.
Entre los casos más notorios se encuentran los de estudiantes y académicos críticos del gobierno, como Rumeysa Ozturk y Mahmoud Khalil, quienes han sido detenidos bajo acusaciones de apoyar a Hamas. Este enfoque ha despertado la indignación de diversas comunidades, incluyendo a académicos de prestigiosas universidades. Un profesor de Yale ha expresado su crítica hacia lo que considera un uso indebido del antisemitismo para atacar a disidentes, especialmente a aquellos con ideología izquierdista.
A esta creciente tensión se suma el conflicto entre el gobierno de Trump y algunas instituciones académicas. Universidades del calibre de Harvard han rechazado órdenes de monitorear la ideología de estudiantes extranjeros, lo que ha provocado duras críticas y ataques de Trump hacia estas entidades. La controversia subraya una creciente represión en el ámbito educativo y plantea serias preocupaciones sobre el respeto a las libertades individuales en el país.
