La desaparición de la dirigente mapuche Julia Chuñil, perdida desde el 8 de noviembre en Máfil, ha dado un giro inesperado. Mientras la familia acusa a la Fiscalía de querer culparlos, una nueva pista pone al hijo de Chuñil en el centro de la investigación.
Tras hallarse rastros de sangre en su domicilio, que coinciden con el material genético de la dirigente, las sospechas recaen sobre su círculo más cercano. ¿Será que la justicia busca distraernos de los verdaderos responsables? La comunidad se pregunta si estamos ante otro intento de silenciar las voces mapuches o si hay más detrás de esta historia.
El Ministerio Público insiste en indagar en la familia, pero ellos defienden su inocencia y señalan: “Es muy sospechoso que afirmen eso, mientras no se encuentre el cuerpo de mi mamá no pueden decir que esa sangre es de Julia Chuñil”.
¿Será este un caso más de persecución hacia los pueblos originarios o realmente hay indicios sólidos? La verdad, como siempre, parece enterrada bajo capas de intereses y prejuicios.
