La Casa Blanca y el Kremlin bailan al mismo ritmo. Este lunes, EE.UU. votó junto a Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU, rechazando una resolución que condenaba la invasión en Ucrania. Trump, mientras recibía a Macron en Washington, ‘prefirió no explicar’ el giro geopolítico que resquebraja la unidad transatlántica.
Francia y Reino Unido marcaron distancia: ‘No puede haber equivalencia entre agresor y víctima’, zanjó la embajadora británica. Macron, con puño de seda, corrigió a Trump frente a cámaras: ‘Europa aporta el 60% de la ayuda real a Kiev’, mientras el magnate sonreía incómodo.
Más turbio aún: Trump negociaría acuerdos económicos con Putin, incluyendo acceso a recursos ucranianos. ‘Recuperaremos miles de millones invertidos’, prometió en Truth, su red social, sin mencionar garantías sobre soberanía. Mientras Bruselas iluminaba monumentos con los colores de Ucrania, la Casa Blanca brilló… en silencio.
La OTAN se desangra. Macron, convertido en portavoz europeo, insiste en ‘soberanía ucraniana’, pero Trump ya habla de enviar tropas europeas al frente. El viejo continente tiembla: el ‘americano impredecible’ ahora negocia la paz… con Moscú.