La reciente gala final de Eurovisión, lejos de ser solo una celebración musical, se vio envuelta en una ola de polémica debido a la participación de Israel. La actuación de Yuval Raphael, representante israelí con su canción ‘New Day Will Rise’, fue recibida con un notable descontento del público, reflejado en numerosos abucheos y la presencia de banderas palestinas entre los asistentes.
Desde el inicio del evento, el rechazo hacia la candidatura israelí fue evidente. Tanto es así, que en varios momentos de la emisión el sonido del público fue reemplazado abruptamente por un sonido ambiente enlatado, tratando de minimizar la reacción adversa de los espectadores en Basilea.
En un gesto de clara desaprobación, la televisión belga decidió no retransmitir la actuación de Israel y, en su lugar, publicó un contundente comunicado que condena las violaciones de derechos humanos cometidas por el estado de Israel, una decisión que resonó fuertemente entre el público.
A pesar de estas fuertes críticas, Israel consiguió captar la atención del televoto, logrando posicionarse en un sorpresivo segundo lugar con un total de 357 votos, solo superado por Austria. Sin embargo, ni el apoyo del televoto parece apaciguar las tensiones y el debate político que rodean a su participación en el festival.