En un movimiento que ha causado revuelo en los círculos económicos y políticos, Moody’s ha degradado la calificación crediticia de Estados Unidos de Aaa a Aa1. Este ajuste, un golpe notable para la administración de Donald Trump, se fundamenta en lo que la agencia describe como un preocupante aumento de los ratios de deuda pública y los pagos de intereses, situándolos por encima de economías comparables.
Moody’s argumentó que durante más de una década, las administraciones estadounidenses y el Congreso han fallado en acordar medidas efectivas para contrarrestar los déficits fiscales anuales crecientes y el aumento de los costos de intereses. Al respecto, la agencia aclara que no espera que las propuestas fiscales actuales logren reducir significativamente el gasto obligatorio y el déficit a largo plazo, advirtiendo incluso sobre un posible aumento de estos déficits en la próxima década.
No obstante, a pesar de la nota de advertencia en la calificación, Moody’s ha mantenido la perspectiva en estable, reconociendo las “fortalezas crediticias excepcionales” de EE.UU. como el tamaño robusto de su economía y el estatus del dólar como moneda de reserva mundial. Sin embargo, un “deterioro más acelerado de los equilibrios presupuestarios” o una merma en la confianza sobre el dólar podrían provocar un alza en las tasas de interés, encareciendo la deuda.
Aun así, Moody’s considera improbable un cambio radical mientras no surja un rival creíble al dólar. Sin embargo, enfatizan en la necesidad urgente de reformas fiscales que ralenticen la creciente deuda y los déficits.