La reciente jornada de violencia vivida en la Franja de Gaza ha dejado al mundo en estado de shock. Desde el amanecer del domingo, al menos 125 palestinos han perdido la vida en lo que se ha descrito como uno de los ataques más mortíferos de los últimos tiempos, perpetrados por las fuerzas israelíes. Este brutal asalto ha tenido lugar en áreas residenciales densamente pobladas, además de impactar en campamentos improvisados que alojaban a desplazados.
De acuerdo con fuentes locales y médicas, en Khan Younis, al menos 36 personas, en su mayoría niños, perdieron la vida tras los bombardeos nocturnos en el área de Al-Mawasi, un sitio crítico cercano al hospital de campo de Kuwait. Lamentablemente, la noche estuvo marcada por una de las más intensas campañas de ataques dirigidos a zonas civiles, extendiéndose a otras regiones de Gaza. En el norte, 55 palestinos murieron a causa de los bombardeos en Jabalia y Beit Lahiya, lugares habitados por familias que se encuentran atrapadas en medio del conflicto.
Uno de los momentos más desgarradores ocurrió cuando una bebé fue rescatada milagrosamente con vida de entre los escombros tras un ataque en el campo de refugiados de Jabalia. Mientras tanto, entre las víctimas se contabilizan cinco periodistas, cuyo trabajo consistía en documentar la guerra desde una perspectiva temprana.
La desesperación agudiza el dolor mientras cientos de personas huyen por sus vidas enfrentando bombardeos que no distinguen entre civiles o combatientes. Las imágenes de los ataques muestran incendios consumiendo rápidamente los precarios refugios donde se encontraban mujeres y niños, aumentando la cifra de traumas y pérdidas.
Desde que comenzó el asedio en octubre de 2023, se estima que más de 53,200 palestinos han sido asesinados, mientras miles más permanecen desaparecidos. El escenario para el pueblo palestino es sombrío y se suma a la ya abrumadora crisis humanitaria que, más allá de los números, toca el valor intrínseco de cada vida perdida.
