El Club de la Unión, un símbolo de la élite chilena desde 1864, ha recibido una sentencia que marcará el fin de una era. En una audiencia reciente, el 28 Juzgado Civil de Santiago aprobó la liquidación de sus bienes, lo que implica una inminente quiebra. La deuda acumulada, que incluye cotizaciones impagas, sueldos e indemnizaciones de trabajadores dejará una huella en el patrimonio cultural del país.
El club, que acogió durante 160 años a los influyentes de Chile, se enfrenta a una deuda de mil 178 millones de pesos. Las voces de aquellos que lucharon por justicia laboral, como el abogado Jorge Blas y el presidente del sindicato Ricardo Baeza, celebran las decisiones que obligan al club a saldar sus cuentas pendientes con aquellos trabajadores que fueron ignorados durante la pandemia.
En 2020, 31 trabajadores interpusieron una demanda que desembocó en sentencias laborales irrevocables. El tribunal declaró unidad económica al vincular al club con Unión Inmobiliaria S.A., desestimando las excusas que imposibilitaban el pago de las obligaciones y censurando las maniobras históricas que buscaban proteger el patrimonio del club bajo estructuras corporativas complejas.
Los involucrados en este proceso, entre ellos trabajadores de base como garzones y cocineros han hecho frente a personajes poderosos. La lucha ha sido dura, pero el sindicato celebra la perspectiva de que se les pague la deuda completa y se normalicen sus cotizaciones.
Lo próximo en este proceso es la notificación a la superintendencia de quiebras y la designación de un liquidador para empezar a cumplir con las obligaciones del Club. Mientras tanto, el Club de la Unión aún intenta apelar la liquidación en el Tribunal Constitucional, una batalla legal que dará de qué hablar en los próximos meses.
