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Chile bajo presión: 85% de la población presenta síntomas de salud mental y el Estado guarda silencio

El nuevo informe del Observatorio de Salud Mental (OSM) – abril 2025, revela una crisis sin precedentes: ansiedad, depresión, soledad, adicciones y violencia afectan a millones, mientras las listas de espera superan los 300 días. El gobierno de Gabriel Boric, que prometió priorizar la salud mental, no ha cumplido su palabra. Por Claudia Molina B. […]

El nuevo informe del Observatorio de Salud Mental (OSM) – abril 2025, revela una crisis sin precedentes: ansiedad, depresión, soledad, adicciones y violencia afectan a millones, mientras las listas de espera superan los 300 días. El gobierno de Gabriel Boric, que prometió priorizar la salud mental, no ha cumplido su palabra.

Por Claudia Molina B.

La salud mental en Chile atraviesa una de sus peores etapas. Así lo demuestra el Estudio Nacional de Salud Mental – Abril 2025, del Observatorio de Salud Mental Chile (OSM), que encuestó a más de 21.200 personas en todas las regiones del país. Los resultados son alarmantes:

  • 85% de la población declara tener síntomas de insomnio,
  • 77% vive con estrés constante,
  • más de la mitad presenta signos compatibles con depresión o ansiedad clínicas.

La encuesta confirma además un deterioro transversal, con cifras elevadas en adolescentes, adultos y personas mayores, y con especial preocupación en ideación suicida: un 33% de los hombres y un 24% de las mujeres declara haber pensado en quitarse la vida en el último año.

Soledad, violencia y abandono

La soledad afectiva es otro eje crítico: el 61% de los encuestados manifiesta sentirse intensamente solo, especialmente en varones jóvenes. Esta situación se entrecruza con altas tasas de violencia intrafamiliar (43%), abuso sexual (70%) y un incremento sostenido en el consumo de alcohol y drogas, en todas las edades.

El 55% de los cuidadores de pacientes con secuelas graves —como ACV— reporta problemas severos de salud mental. La sobrecarga, la falta de apoyo institucional y la invisibilización de su rol son parte de una cadena de desgaste que el Estado tampoco ha enfrentado.

Listas de espera que enferman

Uno de los hallazgos más críticos del informe es la situación de las listas de espera para salud mental en la red pública.
En regiones como Valparaíso, Maule, Biobío y Metropolitana, los usuarios deben esperar entre 200 y 360 días para acceder a atención especializada. Esta espera excesiva no sólo retrasa el tratamiento: puede significar el quiebre emocional irreversible de quien necesita ayuda urgente.

Del discurso a la omisión: la salud mental olvidada por el gobierno de Boric

Durante su campaña presidencial en 2021, Gabriel Boric levantó con fuerza la bandera de la salud mental, comprometiendo la creación de un plan nacional, un aumento presupuestario y un acceso universal garantizado. Hoy, a más de tres años de gobierno, esas promesas siguen sin cumplirse.

El presupuesto 2024 destinó solo el 2,3% del gasto en salud pública a salud mental, muy por debajo del 6% recomendado por la OMS. No existe un plan nacional formalmente implementado, ni una política interministerial sólida. Las medidas adoptadas son parciales, con escasa inversión y sin un horizonte estratégico.

La desconexión entre el discurso y la acción es dolorosa: la salud mental ha sido usada como bandera simbólica, pero abandonada como prioridad real. Para quienes esperaban de este gobierno un trato digno y empático, lo que hay es un nuevo tipo de abandono.

Infancias en crisis: la salud mental infantil también se derrumba

Uno de los datos más estremecedores del estudio del Observatorio de Salud Mental de abril 2025 es el relativo a niños, niñas y adolescentes. En el grupo etario entre 12 y 18 años, el 55% presenta síntomas consistentes con depresión y el 25% con trastornos de ansiedad. A esto se suma un aumento sostenido del consumo de sustancias como marihuana, alcohol y, en menor medida, estimulantes sintéticos.

Además, la encuesta revela que el 46% de los adolescentes varones manifiesta sentirse intensamente solo o abandonado, mientras que en las mujeres de la misma edad la cifra alcanza un 38%. Esta combinación de soledad, síntomas depresivos y consumo de sustancias configura un cuadro de vulnerabilidad estructural en la salud mental infantil y juvenil, donde muchas veces no existen redes familiares, escolares ni institucionales de contención.

El impacto de la pandemia, la sobreexposición a pantallas, la precariedad en los vínculos afectivos y la crisis educativa han sido factores agravantes. Sin embargo, el informe advierte que los efectos postpandemia han sido profundamente invisibilizados, tanto por el sistema escolar como por el sanitario. Los niños y adolescentes están sufriendo en silencio, con una carga emocional que muchas veces no se expresa verbalmente, sino a través del retraimiento, la violencia o el consumo.

Por si fuera poco, el sistema público de salud mental infantil está absolutamente sobrepasado: faltan psiquiatras infantojuveniles, psicólogos escolares, atención temprana, centros de día y derivaciones rápidas. Las familias quedan solas, los colegios no saben cómo actuar, y el Estado no ha diseñado una política integral de protección emocional para las infancias. En palabras del Informe: “Chile ha dejado en manos del azar la salud emocional de sus niños. Y ese abandono temprano es la semilla de una crisis mayor que ya está germinando.”

Un país quebrado emocionalmente

Chile enfrenta una epidemia emocional silenciosa. La ansiedad, la tristeza y la falta de atención golpean con más fuerza que cualquier crisis económica. Mientras las personas sufren, el sistema espera. Y mientras el sistema espera, el Estado guarda silencio.

Este informe del OSM no es sólo una radiografía clínica. Es una denuncia. Y un grito.
Porque nadie debería tener que rogar ayuda para no quebrarse.

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