Un devastador terremoto de magnitud 7,7 ha dejado más de 1.600 fallecidos en Birmania tras el violento sismo que sacudió la región el pasado viernes. El epicentro de este desastre natural se localizó cerca de la ciudad de Sagaing, seguido de una intensa réplica que fue ajustada a 6,7 grados.
Las autoridades birmana han declarado estado de emergencia en las seis regiones más afectadas, donde se registran derrumbes de casas, edificios y puentes, sumando un panorama de devastación generalizada. Este escenario se complica aún más en un país ya golpeado por un conflicto interno a raíz del golpe de Estado en 2021.
El último informe oficial señala que la cifra de heridos asciende a 3.408, con la mayoría de las víctimas reportadas en la ciudad de Mandalay y sus alrededores. Se estima que más de 90 personas podrían estar atrapadas en las ruinas de un edificio de doce pisos en esta ciudad de 1,7 millones de habitantes.
La situación también ha afectado la operatividad del aeropuerto de Mandalay, lo que complica las labores de rescate en un país con un sistema de salud severamente diezmado por la guerra. En un intento desesperado por recibir apoyo internacional, el presidente de la junta militar, Min Aung Hlaing, ha hecho un llamado a cualquier nación y organización para colaborar en la asistencia humanitaria.
La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de esta tragedia, mientras que el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) ha confirmado que no existe riesgo de tsunami para Chile tras este seísmo que ha resonado en todo el sudeste asiático.
