El continente europeo se sacudió ante las recientes declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha manifestado su interés por anexar Groenlandia. Lars Løkke Rasmussen, el ministro de Asuntos Exteriores danés, no tardó en responder, asegurando que tal acción violaría el derecho internacional.
Rasmussen, respaldado por un sólido apoyo europeo, dejó claro que las elecciones recientes en Groenlandia no indican un deseo de independencia ni de convertirse en parte de EE.UU. En sus palabras, se reafirmó el compromiso con la soberanía y la integridad territorial del país escandinavo.
Mientras tanto, Trump argumenta que su interés en Groenlandia gira en torno a motivos de seguridad nacional, como si el arte de la compra inmobiliaria ficticia pudiese enmarcarse dentro de la estrategia geopolítica estadounidense. Las tensiones no tardaron en intensificarse, y la Unión Europea se ha alineado con Dinamarca, mostrando unidad ante este inusual episodio.
El trasfondo de esta historia parece más una película de Hollywood que una realidad diplomática, pero en la práctica, la defensa de la soberanía nacional es un tema serio y no debe tomarse a la ligera.
