La ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, no ha dudado en calificar a las víctimas de la represión desatada en las inmediaciones del Congreso como “militantes kirchneristas” y “desestabilizadores”. Entre las escenas de violencia más impactantes, destaca el caso del fotoperiodista Pablo Grillo, quien sufrió graves heridas tras el disparo de una cápsula de gas lacrimógeno.
Recientes investigaciones, realizadas por la organización Mapa de la Policía junto a peritos científicos, revelan que la actuación de las fuerzas policiales fue totalmente inapropiada. Según los reportes, el disparo que hirió a Grillo se efectuó de manera ilegal, ya que las pistolas de gases lacrimógenos estaban prohibidas hasta que Bullrich asumió su cargo.
LOS expertos concluyeron que el policía responsable del disparo lo hizo a gran cercanía, apuntando a la altura del cuerpo, un uso que contradice las normas de seguridad que establecen un ángulo de 45 grados. ”No fue una mala fortuna; le tiraron a matar”, afirmaron los especialistas.
A pesar de la gravedad de la situación y del estado crítico de Grillo, Bullrich persistió en defender la actuación policial. En declaraciones recientes, resaltó que el disparo fue realizado de acuerdo a los manuales y que la granada simplemente “rebotó”, insinuando que las heridas del fotógrafo fueron resultado de una serie de desgracias acumuladas.
“Nosotros no vamos a abrir un sumario porque la policía ayer actuó dispersando una violencia que si no la hubiera dispersado no sé en qué lugar estaríamos hoy”, mencionó Bullrich, reafirmando su confianza en la fuerza represiva.
A medida que se revelan más detalles sobre este acontecimiento violento, queda claro que la gestión de Bullrich y las tácticas utilizadas por las fuerzas del orden continúan siendo objeto de intenso debate.