La reciente acusación en contra de Mario Firmenich como supuesto organizador de la marcha en apoyo a los jubilados desató una ola de críticas y reveló la desesperación del gobierno argentino. Un intento de narrar la situación con la complicidad de ciertos medios no logró ocultar las imágenes que proliferaron en redes sociales sobre la violencia ejercida en la represión del miércoles pasado.
Un informe de la consultora Ad Hoc aseguró que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, sufrió un notable aumento en menciones negativas, por primera vez superando a las positivas. Mientras el oficialismo se mostraba optimista, esta reacción del público indica que su núcleo de apoyo podría no ser suficiente para garantizar una victoria en las próximas elecciones.
Javier Milei, en Expoagro, enfatizó que “los buenos eran los de azul” al referirse a las fuerzas de seguridad, pero la realidad mostrada por teléfonos celulares desmiente su narrativa. Videos documentaron momentos de gran violencia, como el ataque a Pablo Grillo, un periodista que recibió un impacto en la cabeza por una granada. A su vez, Bullrich intentó desviar la atención al asociar a Grillo con la militancia kirchnerista, desestimando la gravedad de su situación.
Las imágenes de un policía agrediendo a una anciana de 81 años dispararon la indignación pública. El relato inicial de La Nación que intentaba justificar la agresión fue rápidamente desmentido cuando se reveló que la mujer no había atacado al oficial.
La tensión del evento dejó claro que la violencia no fue iniciada por los manifestantes. A pesar de no contar con un liderazgo específico, lo que ocurrió fue una movilización espontánea de jubilados que, enfrentados a represión y gases lacrimógenos, solo quisieron expresar su descontento por sus pensiones. La situación escaló a tal punto que, a pesar de los intentos del gobierno por criminalizar la protesta, quedó evidenciado que no hubo un intento de golpe de Estado, sino un grito de auxilio de los más vulnerables.
Por último, la imagen presidencial continúa deteriorándose tras una serie de polémicas, y este suceso sumó otro capítulo en la crisis de credibilidad que enfrenta el gobierno de Milei.