Armenia y Azerbaiyán han dado un paso significativo hacia la paz al acordar un tratado que busca poner fin a la histórica disputa por Nagorno Karabaj. Este acuerdo, que sería uno de los más destacados desde el colapso de la Unión Soviética, tiene como objetivo resolver cuestiones claves que han alimentado la tensión entre ambos países durante décadas.
El primer ministro armenio ha descrito el avance como un hito, mientras que Azerbaiyán ha señalado que la firma del tratado dependerá de cambios en la Constitución armenia. Este hecho sugiere que, a pesar del aparente acuerdo, aún persisten tensiones y expectativas no satisfechas que podrían complicar la implementación del pacto.
Las cuestiones que han sido resueltas incluyen las denuncias internacionales presentadas en relación a los enfrentamientos y el despliegue de fuerzas extranjeras en la frontera común, lo que hace pensar que ambos lados están intentando encontrar un terreno común. Sin embargo, la delimitación precisa de la frontera y la resolución de conflictos territoriales siguen siendo esenciales y podrían ser el verdadero desafío tras la firma del acuerdo.
Con este pacto, Armenia y Azerbaiyán tienen la oportunidad de cerrar un capítulo de confrontación prolongada, pero la historia reciente muestra que las palabras no siempre se traducen en acciones efectivas. Las naciones del Cáucaso deben moverse con cautela, pues lo que parece ser un acuerdo está plagado de condiciones y posibles obstáculos.