En una jugada que mezcla diplomacia y provocación, Donald Trump instó a la fiscal Pam Bondi a indagar supuestos vínculos de políticos mexicanos con el narco. «Definitivamente pediré cuentas», declaró el expresidente en una entrevista cargada de ironía estratégica, evitando mencionar una posible intervención militar: «Si respondo, es un desastre».
El anuncio llega tras la extradición de 29 narcos a EE.UU., incluyendo al infame Rafael Caro Quintero, celebrada como «triunfo bilateral» aunque el Departamento de Justicia lo atribuyó a la «posición de fuerza» de su administración. Bondi, en modo justiciera implacable, prometió perseguir lavado de dinero y homicidios: «No descansaremos hasta garantizar justicia».
Mientras México enviaba a su gabinete de seguridad para discutir cooperación (y evitar aranceles), Trump soltó el dardo sin nombrar objetivos: ¿estrategia antinarcos o teatro electoral? La línea entre diplomacia y espectáculo nunca fue tan delgada.